Mediados de agosto han sido días intensos de trabajo, aprendizaje y disfrute a partes iguales.
La Axarquía es un patrimonio único que hay que visitar. En esta tierra malagueña se detuvo el Tiempo hace mucho; salvo por los ropajes de los vendimiadores, la estampa en vendimia de hoy posiblemente sea idéntica a la que se encontraron los romanos cuando descubrieron laderas enteras plantadas de Moscatel de Alejandría.
El Panderón es uno de los viñedos exponentes de esta viticultura extrema: 3 Ha de pendientes que sobrepasan el 90%, suelos pizarrosos muy fragmentados, temperaturas que superan los 40º a la sombra, vasos bajos con paupérrimos rendimientos… Que el kilo de uva no llegue (al menos) al euro y medio indica un desconocimiento del valor intrínseco del sistema productivo de esta uva por parte del consumidor y que acaba impregnando toda la cadena de comercialización, devaluando el trabajo en el campo, con el consecuente abandono de viñas centenarias poco productivas.
Vinos secos de gran expresión aromática, vinos naturalmente dulces de finura y complejidad extrema con el sobreesfuerzo que implica el, también desconocido, trabajo en paseros (impresionante Jorge Ordoñez N.4 Esencia 2015), curiosos fortificados con sistemas de elaboración únicos…
Un territorio único, una arraigada tradición milenaria, viñas legendarias, vinos singulares… No es una región cualquiera.
